miércoles, 23 de diciembre de 2015

Respondiendo el Cuestionario básico de Miguel Sanfeliu

Hace unas semanas me llevé una agradable sorpresa cuando Miguel Sanfeliu me invitó a contestar su Cuestionario básico, entrevista que vio la luz el pasado jueves en su blog Cierta Distancia : vida y literatura. Os invito a leer mi cuestionario en el siguiente enlace y, sobre todo, por lo provechoso, el del resto de los colegas entrevistados por Miguel. ¡Gracias por tenerme en cuenta, amigo!

lunes, 14 de diciembre de 2015

Eolia, en antena

Qué bien suena un microrrelato cuando está bien leído. Y más con la voz de Ana Vidal. En el siguiente enlace podéis escuchar el programa Soles en el Ocaso del pasado viernes, en el cual leyó, a partir de la hora y cinco minutos, un puñado de microrrelatos dedicados a ciudades, firmados por la propia Ana, Fulgencio Susano García, Jorge Fernández-Bermejo, Luisa Hurtado, Elisa de Armas, Rosa Martínez y yo mismo. Aquí tenéis Eolia, mi ciudad imaginaria, que fue leída en el programa conducido por Miguel Ángel Pérez Calero

EOLIA

No encontrarás en los atlas noticia alguna de la república volandera de Eolia, sencillamente porque ésta no tiene una localización fija y sus coordenadas dependen del capricho de los vientos. La frontera de Eolia se desplaza de aquí para allá, de norte a sur y de este a oeste, varias veces al día, arrastrada por ventiscas y temporales, por huracanes y ventoleras, y a ella van a parar las hojas caídas de los árboles, los envoltorios de los caramelos, las bolsas de plástico y las colillas, el correo comercial dejado en los buzones y las palabras pronunciadas sin convicción y que ha de llevarse el viento. Y aquéllas que el eco jamás devolvió. Y, asimismo, los sombreros y los paraguas rotos en las tormentas. Eolia es como un cementerio de cosas inútiles y de frases y promesas susurradas a la luz de la luna que han acabado olvidándose.

En Eolia los topógrafos se desesperan ya que no hay accidentes geográficos. Y los paisajistas porque no encuentran estampa campestre que pintar donde no se distingan, como mínimo, dos o tres molinos quijotescos. Las brújulas no sirven de nada y, en su lugar, los marinos y los excursionistas, que saben de esto un rato largo, tiran de veleta, preferiblemente de las de gallo silueteado. Porque nadie precisa ir más al norte o más al sur, porque a lo que únicamente todos aspiran, en realidad, es a seguir con docilidad la dirección del viento imperante. A dejarse llevar. Los habitantes del país, de Eolia, gente por lo común liviana y de temperamento voluble, han llegado hasta allí contra su voluntad, empujada por la fuerza implacable del aire en movimiento. Se distinguen con facilidad de los turistas, además de por su peso mínimo, por tener los ojos verdes, que dicen los poetas que es el color del viento. Y por andar siempre mirando hacia arriba, hacia los tejados. Esto último obedece a su obsesiva fijación, ya señalada, a seguir la dirección marcada por las veletas que se recortan en el cielo gris.

Al visitar Eolia conviene, como precaución, llenarse los bolsillos de piedras, concluye R. la lectura y me tiende el folleto. Le brillan los ojos ante la perspectiva de unas vacaciones compartidas en el país del viento. Los tiene verdes, los ojos, como las algas, como las esmeraldas, como los de aquella gente volandera de la que acabamos de saber. Ven volando a Eolia, repito para mí el ridículo eslogan y pienso en que podían haberse esmerado un poquito más los de la agencia. Y también, qué caramba, en que podríamos permitirnos un viaje así.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Las plañideras

Sentadas en las sillas de respaldo recto de la casa, lloran las plañideras a ambos lados de la cama custodiada por cuatro cirios de misa. Sobre la mesilla, a media luz, un rosario, las copitas mediadas de licor y una taza vacía con unos labios de café perfilados en el borde interior y una cucharita que descansa en el plato. La más chiquita y arrugada entona una triste letanía e intenta ocultar el dolor de su rostro detrás de un pañuelito que huele a lavanda. Una se araña las mejillas y derrama lágrimas con desconsuelo. Otra, gemebunda, se tira de los pelos. Las demás llevan un pañuelo negro en la cabeza y lloran con el corazón roto. Desgarradamente.

En el centro del lecho, sobre las sábanas de hilo, ríe, alborozado, un rollizo bebé envuelto en una manta.

(Relato finalista del mes de noviembre de la V edición del concurso de la Microbiblioteca. Aquí podéis leer el microrrelato ganador y los otros finalistas en castellano)

jueves, 19 de noviembre de 2015

El relato "La botella", convertido en monólogo

A petición de Pablo Martínez, del Centro de Tecnificación Ciudad Naranco Ajedrez, el actor Jorge Moré realizó hace dos años una adaptación para teatro del relato "La botella", incluido en la antología Cuentos de ajedrez : alrededor de un tablero, de la editorial Páginas de Espuma. Recientemente, Jorge me hizo llegar el texto adaptado, circunstancia que me ha animado a escribir esta pequeña entrada en el blog.

A pesar de que la aspiración es repetir la experiencia próximamente en diferentes colegios de Oviedo, el monólogo, hasta ahora, se ha representado en una única ocasión, en junio de 2013, durante el acto de entrega de premios del III Torneo Social en la propia sede del club de ajedrez.





Las fotos que ilustran estas líneas son del CTD Naranco.

martes, 17 de noviembre de 2015

Teruelidad

Visualicemos cómo Darío siente el impacto de un cuerpo contra su vehículo tras el frenazo. Tratemos de aprehender el silencio líquido, el miedo líquido, la angustia líquida, la tensión líquida que experimenta. Hagamos estas cosas que nos ayudarán a comprender por qué ese gorrión gordo ha interrumpido su alegre vuelo para caer de pronto, muerto, sobre el asfalto de una carretera secundaria de Girona. Y estremezcámonos.

(Con afecto a mi amigo Iván Teruel, con motivo de la presentación, ayer en Barcelona, de su libro de relatos El oscuro relieve del tiempo)

lunes, 9 de noviembre de 2015

Las jugadas intermedias, según Miguel Baquero

Siempre he defendido que, a la hora de escribir, o de “montar”, un libro de cuentos para ser publicado, es fundamental su planificación. Y con esto no me refiero a esa regla “tallerística” de que el autor coloque el que considere mejor primero, oculte o disimule los que crea algo más flojos hacia el medio, y acabe con otro que también tenga en estima, para dejar un buen sabor de boca. No me refiero a esa planificación “táctica”, sino a otra, que podría llamar con bastante pedantería “estratégica”, que contemple el volumen de cuentos como, en efecto, un conjunto cerrado con sus propias reglas, un libro sólido, no un “totum revolutuum” o cajón de sastre donde soltar y apretujar los excedentes del cajón de distintas épocas.

Para ello —siempre a mi gusto, por supuesto—, los cuentos tienen que tener algo que los unifique, ya sea una atmósfera, un tono, una intención… o ya sea que todos tocan un mismo tema o suceden en un mismo lugar o una misma época. De preferir, prefiero lo primero, que los unifique el tono, el ritmo, el clima, y elementos más literarios, que lo segundo, que depende de factores digamos más “externos” o más obvios. Pero es una cuestión quizás subjetiva, porque todo, en último caso, depende de la calidad de la escritura.

A lo que quería ir con todo esto es que el nuevo libro de David Vivancos, en principio, me cogió frío: un libro de treinta relatos sobre un tema tan minúsculo —aunque los aficionados lo alcen a las nubes, pero al fin tan minúsculo— como el ajedrez. Donde, con cuentos de mediana extensión, iban mezclados hiperbreves, modalidad en la que, por cierto, el autor ha participado en varias antologías.

Pese a esa pequeña prevención inicial, marcada por lo restringido del tema, Las jugadas intermedias, pronto lo advierte el lector, es un gran libro. Un gran libro sobre un juego que éste particularmente que reseña, y que apenas si sabe mover las piezas, no sabía pudiera tener tantas aristas, tanto trasfondo, tantas posibilidades narrativas. Vivancos, con un pulso muy firme, va dejando caer sus historias sobre cada una de estas facetas, cada uno de estos escaques, y apretando luego el reloj, para que el lector comience a degustar el relato. Hay cuentos donde se nos habla de viejos jugadores fracasados, de jugadores triunfantes también; otros en que se nos habla de trampas, que también las hay y, por cierto, muy ingeniosas; o de la amistad que puede surgir entre jugadores, así como las inquinas ocultas… por contar, se nos cuenta incluso, siempre con muy gran firmeza y seguridad en la escritura, como deben jugar los grandes maestros, se nos cuenta, decía, los sueños de un jugador, o fantasías sobre plantas en que florecen alfiles, caballos, damas…

Todo un pequeño universo, en resumen, con sus grandes dramas, pero también sus pequeñas anécdotas. Con sitio para el humor, que en general tiñe todos los relatos, pero también para la seriedad. Un microcosmos creado en treinta cuentos, treinta casillas, que cumple con el principal requisito que, en mi opinión, debe tener un texto literario de calidad, y que no es otro que su capacidad para introducir al lector en un universo distinto, extraño, artístico… y fascinante, no sólo para quien sabe y disfruta del juego, sino para cualquier lector que guste de la buena literatura.

Gracias, Miguel, por tu generosa reseña publicada en el blog literario La tormenta en un vaso.

jueves, 29 de octubre de 2015

Norman

Gritar descarnadamente ante el epitafio de la madre, arrebatada de forma prematura e injusta, lo que daría porque regresara. Expresar, meses después, idéntico deseo para el año recién estrenado, vacío el estúpido plato de uvas sobre las rodillas. Cerrar los ojos y guardar para sí ese mismo anhelo imposible al soplar las velas del decimosexto cumpleaños: volverla a ver sólo una vez más; poderla estrechar en un formidable abrazo que sintetizara cuánto la echa de menos, cuánto se arrepiente de sus desaires de incipiente hombrecito y del tiempo irremediablemente perdido. Cuánto lamenta no haberle dicho antes lo que la quiso. Lo que la quiere.

Arrepentirse, nada más abrir la puerta y percibir ese olor nauseabundo que impregna la casa. Arrepentirse, con la misma intensidad con que lo deseó, al entrar en la habitación y distinguir ese ruidito, como de papeles arrugados, de la maraña de gusanos hambrientos que se retuercen y porfían y entran y salen y se hunden en la forma probablemente humana que ahora vuelve a ocupar el sillón favorito, aquél donde solía encontrarla, al volver de clase, leyendo y oyendo música. Arrepentirse y parar, sin poder apartar la mirada, el tocadiscos que él nunca puso en marcha.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Las jugadas intermedias, según Topanaismo

Cortesía de mi amigo David Garrido, llegó por sorpresa este libro de temática ajedrecista, pasión compartida en otra época, y que el tuvo la inteligencia de dejar a tiempo.

Se trata de una buena cantidad de relatos breves y microrrelatos donde destaca la sorpresa, como el patito de la feliz portada, la mayoría de ellos intrahistorias del juego, la competición y los clubs de ajedrez, por lo que sólo el lector que conozca ese mundo tendrá el plus necesario para disfrutar en la lectura de este libro, como en los relatos Los Sordomudos, Zdzislaw Balka Busca Analista, La Mano Inocente, o Diluvio de Ideas, Lección Magistral, o el muy divertido microrrelato El Mamotreto:

Creo haber dado con la solución para aquellas personas que son incapaces de recordar que, para jugar al ajedrez, el cuadro blanco siempre ha de disponerse a la derecha de los contendientes. Y ésta no es otra que el tablero de nueve casillas. En los de nueve por nueve (en lugar de los tradicionales de ocho por ocho), el número impar de cuadros garantizaría que las casillas blancas coparan las cuatro esquinas sin perder ni alterar la esencia escaqueada del tablero por todos conocido. 

A mi modo de ver, sólo presentarían un inconveniente, que tendría, lógicamente, que estudiarse: ¿qué nueva pieza habría de incorporarse al juego para ocupar la columna adicional? Se me ocurren, a bote pronto, varias e imaginativas alternativas que expongo, a continuación, por si alguien quisiera tenerlas en consideración: el armatoste, por ejemplo, que movería tres casillas hacia delante y una a la derecha; el mamotreto (este nombre tan sólo es provisional, considerándose el cachivache como una opción viable al mismo), cuyo movimiento sería parecido al del juego de las damas, saltando por encima de las piezas propias; o el chirimbolo, que se desplazaría en diagonal de tres en tres escaques y que únicamente capturaría hacia atrás. Cualquiera de estas piezas, aquí dejo la idea, ocuparía la columna central, la columna e, entre el rey y la dama. Éstas son sólo, insisto, propuestas que habrían de ser sometidas a estudio por parte de una comisión establecida y avalada por la federación internacional porque, como ya dije más arriba, yo el problema que he resuelto es el del tablero. Lo otro lo dejo en manos de los expertos y de los profesionales del ajedrez. Faltaría más. 

Pero en mi opinión los mejores momentos del libro están en unos pocos relatos que sólo tocan tangencialmente el juego en sí, como en El Botánico Aficionado, Paridad o en el muy destacable El Método Infalible, que creo gustaría bastante a Monterroso..

Gracias, amigos de Topanaismo, por reseñar el libro en el blog. Y por la mención de Monterroso, del todo halagadora aunque, quizás, un pelín osada...

lunes, 7 de septiembre de 2015

Las jugadas intermedias, según Elena Casero

No voy a ocultar que no entiendo nada de ajedrez. Excepto cuatro clásicos movimientos y el término jaque mate. Del resto de tan insigne y antiguo juego y ejercicio mental sólo me resta añadir que siento envidia.

También es cierto que no hace falta saber música para leer una novela sobre pianistas.

Aparte de estas consideraciones, he leído el libro “Las jugadas intermedias” de David Vivancos Allepuz con agrado y mucho. 30 relatos, algunos micros, que demuestran que sabe de ajedrez y de escritura.

Los relatos, todos basados en este juego, son muy entretenidos, variados, con un magnífico sentido del humor, donde la ironía se hace notar, donde es imposible no esbozar más de una sonrisa, como en el relato El mamotreto. Quiero destacar el de Paridad. Un golpe genial a tanto compañeras y compañeros, colegas y colegos.

Los personajes no suelen ser grandes maestros del ajedrez. En su mayoría son aficionados apasionados, como es el caso del relato de El hombre alfil o el de El botánico aficionado. Gente que vive el ajedrez de manera visceral,

Componentes de clubes, unos rivales y otros amigos, como en el relato Los sordomudos, divertido relato cuyo transfondo preveo real, como sucede en el Mi gin-tonic de media tarde.

Perdedores y tramposos. Un relato divertido el de Zdzislaw Balka busca analista, Trampas, el de La mano inocente o el de Lección magistral.

Ajedrez y literatura combinados de manera excelente y aderezado todo con un toque de ironía. Una combinación muy buena.

Gracias, Elena, por la reseña publicada en De libros y lecturas.

viernes, 21 de agosto de 2015

Las jugadas intermedias, según José Miguel García Torres

De la pluma de David Vivancos Allepuz y la iniciativa de Juan Ramón Jerez López, nace este simpático libro de relatos ajedrecísticos salpimentado con algunos microrrelatos que, no solo dan sentido al título, sino que acentúan el estilo alegre y desenfadado del autor.

Historias completamente verosímiles se entremezclan con otras rebosantes de fantasía, algunas incluso con tintes surrealistas. Se trata, aparentemente, de un libro sin más pretensión que la de entretener al lector, pero entre sus páginas también hay lugar para la ironía y la crítica, que a veces se extiende más allá del ámbito ajedrecístico.

Es inevitable que un libro de estas características tenga sus altibajos, ya que algunos relatos siempre gustan más que otros. Pese a todo, el resultado final es el de un libro entretenido que deja una buena impresión y que, una vez finalizado, invita a revisar algunos de sus relatos como si se tratase del resumen de las mejores jugadas de un partido. Así me pasó con el simpático microrrelato "Lección magistral", ante el que el aficionado con hijos pequeños difícilmente podrá reprimir una sonrisa cómplice. Tampoco me dejó indiferente el sorprendente desenlace de "Zdzislaw Balka busca analista", sin duda un jaque mate en toda regla; ni lo absurdo de “Trampas”, ni la sutil crítica de “La semifinal”, ni la última jugada del Pistolero en “Partida aplazada”, ni la desasosegante versión del Dios los cría y ellos se juntan que se plantea en “El método infalible”.

Entre los logros de esta edición, hay que mencionar la excelente fotografía de portada de David Llada, que resume perfectamente el concepto de los microrrelatos insertados a lo largo del libro a modo de cuerpos extraños. Al igual que la escurridiza jugada intermedia que se esconde en una larga variante, el inesperado patito no solo sorprende con su presencia entre las serias y solemnes piezas de ajedrez, sino que -como la prosa de David Vivancos- aporta un toque alegre y desenfadado al conjunto. Todo un preludio de lo que el lector encontrará entre las páginas del libro.

Si te gusta leer y te gusta el ajedrez, no lo dudes: ¡Adopta un patito!

Gracias, José Miguel, por la reseña publicada en el grupo Viciosos del ajedrez.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Las jugadas intermedias, según Mariano García Díez (Artedrez)

Quienquiera que fuera quien inventara esa forma forzada de hablar que tienen los políticos y las políticas y los progres y las progres, la cual los y las obliga a referirse en sus grandilocuentes parlamentos a los ciudadanos y a las ciudadanas y a los trabajadores y a las trabajadoras y a los desempleados y a las desempleadas y a los pensionistas y a las pensionistas, y así hasta decir basta, cayó en la cuenta, fíjate tú, de que al ajedrez se jugaba con cuatro caballos y con ninguna yegua.

 La cita que encabeza esta nota pertenece a Paridad, uno de los relatos de "Las jugadas intermedias" de David Vivancos Allepuz (Editado por "Letras de autor" con el patrocinio del editor, promotor y animador ajedrecístico José Ramón Jerez de "Ideas Deportivas Canarias").

No es "Las jugadas intermedias" la primera incursión del autor en la ficción de temática ajedrecística pues ya publicó en 2004 "Mate en 30" (Ajuntament de Barcelona, 2004) y también lo hizo con cierta regularidad en la tristemente desaparecida revista Jaque. El volumen que nos ocupa reúne otros 30 relatos, algunos más bien microrrelatos, centrados en el mundo del ajedrez. Del ajedrez no profesional, del ajedrez de los aficionados, de los jugadores de club, de sus manías, de sus fobias y filias...

Personalmente, la temática del libro me ha resultado tan familiar como perturbadora. Familiar porque como viejo jugador de club, muchas de las situaciones descritas son tan similares (lo relatado en Los sordomudos me pasó tal cual se describe en el cuento hace mil años en la liga madrileña) a las que yo he vivido que pareciera que el autor me hubiera espiado por encima del hombro. Perturbadora por lo mismo. ¿Somos tan predecibles, tan parecidos, tan tramposos en todas partes? Literatura para ajedrecistas ante todo; me cabe la duda, sin embargo, de si le resultará tan interesante al lector no especializado.

Quien desee seguir la actividad del autor puede visitar su blog Grimas y leyendas.

La fotografía que ilustra la cubierta del libro es de David Llada.

FICHA TÉCNICA
DAVID VIVANCOS ALLEPUZ
LAS JUGADAS INTERMEDIAS
LETRAS DE AUTOR. MADRID, 2015

Gracias, Mariano, por la reseña publicada en Artedrez.

miércoles, 29 de julio de 2015

Las jugadas intermedias, según Pedro Herrero

Un breve apunte sobre el libro "Las jugadas intermedias", de David Vivancos, para opinar que, sin menoscabo de su declarada admiración por el humor de Hector Hugh Munro (Saki), yo lo veo cercano también al universo de otro gran escritor en lengua inglesa: P. G. Wodehouse.

David habla del ajedrez en sus relatos con tanta pasión como Wodehouse lo hace sobre el golf en los suyos: dando entrada sin ningún tipo de pudor a las características y a la nomenclatura propia del juego, y logrando que se integren en la trama como elementos sin los cuales la historia carecería de interés. Con ello, el autor alcanza dos objetivos: complacer al lector entendido en el juego de Reyes, y abrir el apetito al neófito que, no conforme con disfrutar de los relatos, acaso considere la posibilidad de iniciarse en una actividad intelectual tan atractiva y llena de alicientes.

 En este sentido (a la hora de llamar la atención del lector no ilustrado) cabe reseñar que el personaje protagonista de las historias no es un jugador profesional, sino un aficionado ferviente, contumaz, equidistante de quienes conocen las particularidades del juego como de quienes no se han sentado en su vida frente al tablero de 64 casillas. Es a través de ese personaje, de esa mirada ávida de acumular experiencias que sirvan de aprendizaje, como David consigue involucrar a tan amplio espectro de lectores, muchos de los cuales no tendrán más remedio de preguntarse si se hallan frente a un ajedrecista que escribe, o frente a un escritor que juega al ajedrez.

Gracias, Pedro, por la reseña.

jueves, 16 de julio de 2015

Trampas

Ya en el siglo XIII, Alfonso X, llamado el Sabio, señalaba en su notable tratado Libro de ajedrez, dados y tablas la conveniencia de sentar al ajedrecista rival enfrentado al sol, con el objeto de dificultarle la concentración y perjudicar su rendimiento durante la partida. Las fórmulas ilícitas de sacar ventaja han evolucionado hasta el uso actual de dispositivos electrónicos, de los cuales me confieso auténtico analfabeto. Sin desmerecer la vigencia de los consejos del rey castellano ni la eficacia de la aplicación de las nuevas tecnologías al ajedrez, prefiero jugar con los escaques de mi tablero marcados con unas muescas apenas visibles cuyo significado sólo yo conozco. Y con las piezas cargadas, las mías y las del oponente, como se cargan los dados de los casinos, porque me incomoda y me disgusta dejar nada en manos del azar.

domingo, 28 de junio de 2015

Las jugadas intermedias: el presentador

Ya estamos en disposición de anunciaros que el escritor Eduardo Margaretto será quien me acompañe en la presentación en Barcelona de Las jugadas intermedias del próximo 9 de julio. Una presentación que Margaretto augura, una vez leído el libro, “guapa”. No se me ocurre mejor publicidad para el evento, dicho sea de paso.


Eduardo Margaretto se traslada de Barcelona a Madrid a principios de los ochenta y allí publica sus primeros artículos en revistas musicales y las biografías de Franco Battiato y Elvis Costello para Ediciones Cátedra. Tras ejercer un año de mánager de La Banda Trapera del Río, vuelve a Barcelona en 1995, donde se dedica a la traducción, oficio que compagina con, según leemos en su biografía, otros trabajos editoriales como “colaborador en revistas literarias (Lateral, Pequeña Italia o Alga), lector en Círculo de Lectores, redactor, escribidor de guías de viaje y libros de texto, realizador y presentador de programas culturales en BTV y, durante seis años, jefe de redacción de la revista de arquitectura Eupalinos“. En 2014, Alrevés le editó la biografía John Fante, vidas y obra. Como un soneto sin estrambote. Su libro sobre el escritor norteamericano fue considerado por el diario ABC una de las cinco mejores obras de no ficción publicadas en España el año pasado y fue presentado con éxito en el Salón Internacional del Libro de Turín. Tanto que pronto regresara a Italia, invitado por la organización del X Festival que en honor de John Fante se celebra cada agosto en Torricella Peligna

Federado en el Centre d'Esports Agustí desde el año 2000, fue el impulsor del encuentro que enfrentó en Malta a los ajedrecistas de su club contra los integrantes de la selección olímpica de la isla. Cubrió para la prensa especializada las Olímpiadas de Ajedrez de Calvià y Turín. Años antes de fichar por el club del Raval, había jugado en el Amigos de la Unión Soviética, de Madrid.

lunes, 22 de junio de 2015

Las jugadas intermedias: la prologuista

La ajedrecista Patricia Llaneza Vega firma el titulado “Prólogo a la edición asturiana” de Las jugadas intermedias. Después de acariciar el título en diferentes ediciones, se proclamó campeona de España en el año 2006. Formó parte de la selección nacional femenina en las Olimpíadas de ajedrez desde 2002 a 2010 y en su primera participación, en Bled, alcanzó la medalla de bronce individual en el tercer tablero.
Según asegura la Wikipedia, defendió los colores de la selección en el Campeonato de Europa por equipos en cuatro ocasiones entre 2003 y 2009. Quienes la conocen bien saben que de su currículo, como dice ella, ajedrecero, prefiere destacar sobre lo anteriormente mencionado el Campeonato de Asturias por equipos conseguido con el Ciudad Naranco y su, a día de hoy descabellada, pretensión de alcanzar idéntico logro en la Lliga Catalana con el Foment Martinenc, su actual club.

Patricia Llaneza ha traducido del inglés y el alemán al castellano numerosos libros de ajedrez para diversas editoriales.

sábado, 13 de junio de 2015

Presentación de Las jugadas intermedias

Es para mí motivo de orgullo y satisfacción el poder compartir con todos vosotros, al fin, una muy feliz noticia: la inminente publicación de mi nuevo libro Las jugadas intermedias, una colección de relatos (micros y nada micros) de temática ajedrecística llamada a marcar un antes y un después en la historia de la literatura universal. O local.

La presentación tendrá lugar el jueves 9 de julio, a las 19 horas, en COTXERES DE SANTS (Aula de Formació Josep Guinovart i Grau del Edificio C -entrada por la plaza Bonet i Muixí, s/n-). En breve os anunciaré quién me acompañará en el acto. Reservad este día en vuestras agendas porque nada me haría más dichoso que compartir esta jornada con el mayor número de amigos posible. Y, si venís con la sana intención de romperos las manos aplaudiendo, mejor que mejor.

Mi segunda incursión, tras Mate en 30, en la ficción ajedrecística no habría sido posible sin la participación y decidida apuesta de Ideas Deportivas Canarias, empresa editora y distribuidora de la obra. Pronto, cuando el libro sea una realidad física, os daré toda la información sobre cómo adquirirla.


Os dejo con la sinopsis de Las jugadas intermedias:

Una década después de su debut literario con Mate en 30 (Ajuntament de Barcelona, 2004) y de su colaboración en la antología Alrededor de un tablero (Páginas de Espuma, 2005), David Vivancos Allepuz retoma la ficción ajedrecística con una nueva colección de treinta historias que giran en torno al juego de reyes. En las páginas de Las jugadas intermedias tienen cabida los grandes maestros que trasladan sus brillantes estrategias de dentro a fuera del tablero; los equipos de aficionados que sacrifican el vermú por competir los domingos por la mañana; los campeones sociales y los ajedrecistas excéntricos que participan en un abierto internacional; los botánicos que cosechan damas y alfiles; los perversos empleados de banca que echan la partidita en horario laboral. Hay sitio para las narraciones de corte fantástico y también para las historias de incómoda verosimilitud. Y para los tipos raros y los tramposos y, sobre todo, para los perdedores que tanto fascinan al escritor. Por haber, hay hasta espacio para los microrrelatos que, como las jugadas intermedias en las partidas de ajedrez, se entremezclan con el resto de cuentos de este libro con el objeto de estimular al lector, de mantenerlo alerta hasta el último párrafo, no vaya a escapársele el doble sentido de un relato o un jaque que dé al traste con el plan de juego desarrollado. Y también, claro está, para la ironía, la crítica y el sentido del humor marca de la casa que los lectores esperan encontrar en los textos del autor.

jueves, 14 de mayo de 2015

Los turistas

Hace cosa de dos meses apareció en el barrio una pareja de turistas. Él llevaba un plano en la mano y una cámara de fotos colgando del cuello y ella un vestido estampado y ligero. Nos llamó la atención ya que el nuestro es un barrio obrero y aquí no hay nada que ver, sólo calles bastante feas con bares y zapaterías. Porque otra cosa no, pero nos gusta ir bien calzados. Continuamente se pierden estos turistas y tienen que prescindir del plano porque no lo entienden. Es entonces cuando nos preguntan y nosotros los desorientamos un poco más enviándolos de aquí para allá. Y así todos los vecinos tienen ocasión de acercarse a verlos. A él con su plano y con su cámara y a ella con su vestido estampado y ligero. Con menor o mayor descaro, unos les echan fotos con el móvil y otros los graban en vídeo. Se han convertido, de forma involuntaria y desde que aparecieran de pronto, en la atracción turística del barrio. Y de eso hace, ya digo, cosa de dos meses.

(Este relato ganó la edición del mes de abril de 2015, categoría castellano, de la Microbiblioteca, concurso organizado por la Biblioteca Esteve Paluzie de Barberà del Vallès. Podéis leer los textos premiados en el siguiente enlace

martes, 12 de mayo de 2015

Enfrentarse al folio en Tordesillas

Qué mejor forma de retomar Grimas y leyendas después de tenerlas tanto tiempo olvidadas que recordar la charla que tuve la ocasión de mantener con las olas del Mar de incertidumbres en la Sala de actos del Ayuntamiento de Tordesillas el pasado viernes. La sobriedad del marco elegido imponía, así como tomar el relevo de escritores de la talla de Manu Espada, Raúl Ariza, Rubén Abella, Miguel Baquero, Ernesto Ortega o Manuel Rebollar, pero la cálida acogida dispensada tanto por los organizadores como por los asistentes me lo hicieron todo mucho más fácil.

Y nos enfrentamos al folio durante cerca de dos horas que se nos hicieron hasta cortas y lo pasamos (yo, al menos, así lo hice) de fábula, que diría un cuentista. Con bises incluidos, y también firmas cruentas, al calor de unas tapas y unas cervezas en la Plaza Mayor.

Gracias a todos los que hicisteis posible una tarde irrepetible.

jueves, 19 de marzo de 2015

Desierto rojo

Subo a la tarima del rincón, carraspeo, busco las gafas en el bolsillo de la camisa y me las coloco con la mano libre. Me acerco al micrófono, lo oriento y le echo un último vistazo a los folios doblados por la mitad. La liturgia habitual de los viernes. Vuelvo a aclararme la voz. Soy el que peor lo pasa a la hora de compartir mis poemas en las lecturas del Desierto rojo. Al resto se los nota más cómodos.

Declamo bajo el foco lo mejor que sé una poesía que escribí semanas atrás. De vez en cuando levanto la vista y veo al grupo que llena el local formando semicírculo alrededor del pequeño escenario, con la barra y el botellerío al fondo. Sigue con atención mis versos, incluidos los camareros, y distingo en la penumbra a quien cabecea como afirmando lo expresado en mis rimas. Gano la seguridad suficiente para acometer la lectura de un segundo poema, que algunos conocerán porque fue publicado hace dos años en una antología que recogía los mejores trabajos de los jóvenes poetas más prometedores de la ciudad. Las nuevas voces, que dicen. Al inicio del tercer endecasílabo oigo un murmullo que, al poco, se va haciendo más y más molesto. Levanto los ojos del papel un instante y, sin dejar de leer, reconozco al muchacho bajito de la gorra proletaria que últimamente se deja caer por el Desierto. Él es quien, al hablar en voz alta, provoca ese runrún tan incómodo para mí, quien rompe la comunión que había logrado alcanzar con los asistentes. Elevo el tono y el joven poeta parece adoptar la misma estrategia porque cada vez percibo con mayor nitidez el timbre de su voz, tan característico, tan desagradable, tan irritante, como de cañería herrumbrosa por la que corre cazalla. Maleducado. ¿Acaso no he eschuchado yo con el debido respeto cuando le ha tocado el turno y ha subido a leernos sus poemas sociales? ¿Acaso no es lo que hemos hecho todos? El Jabato, Rosa, Pablo y Mar, Enrique, Gecé, Rodrigo, Antoine. Supongo que le está contando algo al Chapu, que está a su derecha con un vaso largo en la mano. ¿Un chisme que no podía esperar al intermedio? ¿Un recado urgente? Lo dudo. Así que hago de tripas corazón y sigo adelante, todo coraje, y les hablo del desgarro de mi desamor, de la evanescencia, del desarraigo. Porque yo soy mejor poeta que él; porque soy más intenso; porque incluso soy más alto que él; porque tengo más educación; y porque, ¡qué coños!, el micrófono lo tengo yo y se me tiene que oír, a pesar de mis habituales titubeos, mejor que a él por muy buen recitador que sea. Leo, declamo, interpreto con una emoción y un aplomo desconocidos el tercero de mis textos con ese incordio de rumor zumbando de modo inmisericorde en mis oídos. En mis odios. Y lo hago realmente bien. Todos son testigos privilegiados del triunfo indiscutible de mi lírica rutilante. Por primera vez, después de tantos meses, me siento más que a gusto. Poeta laureado por una noche.

Aplausos. Más que aplausos, una ovación. Atronadora y sincera. Doy las gracias, francamente complacido me inclino igual que un actor teatral al final de la función, escondo los papeles doblados en el bolsillo posterior del tejano. Caigo, de repente, en la cuenta de que cuando se ha producido el estallido de aplausos y vítores todavía no había terminado con mi tercer poema sin título. Me quito las gafas de cerca y observo cómo todos están vueltos hacia el muchacho bajito de la gorra proletaria quien, sonriente, agradece el reconocimiento unánime del auditorio y que muchos de esos aficionados a la poesía, entusiasmados, lo estén felicitando con tanta efusividad. El Chapu, ahora, echa un trago de un botellín y yo le ruego, por señas y desde la distancia, aquí arriba, en la tarima, que me vaya pidiendo otro para mí.

domingo, 8 de marzo de 2015

En un lugar llamado M (Rosa Martínez y David Vivancos Allepuz)

Los emianos viven en la tinta de las emes mayúsculas de los titulares de los diarios de todo el mundo. Mimetizados en su medio, los habitantes de M son de color negro teléfono y ésa es la causa de que las emes sean sensiblemente más oscuras que el resto de las letras que integran los titulares de prensa. Este fenómeno tonal es apreciable a simple vista, si bien pocas son las personas que parecen haberse dado cuenta, hasta ahora, de ello. Los moradores de M son minúsculos, meras partículas, y gozan de una gran vitalidad. Se mantienen en constante movimiento, son inquietos, yendo de aquí para allá sin superar los límites de la letra que los alberga. Se nutren de luz, solar o artificial, y de la mirada de los lectores. Si faltara cualquiera de estas dos fuentes de alimentación, se desvairían lentamente y languidecerían hasta morir.

Los emianos son un poco coñazo. Y no únicamente por el carácter pesimista que les confiere el hecho de vivir en un mundo de completa oscuridad y de ser, ellos mismos, negros como tizones. Es que, además, son muy responsables y respetuosos y temerosos de las leyes. Eso se debe a la propia fragilidad intrínseca del país. Desde pequeñitos se les ha inculcado la idea de que cualquier descuido podría suponer su fin. Un grifo abierto. Una chispa que salta capaz de reducir a cenizas no sólo al país entero sino también al conjunto del diario. Por tal razón los pequeños emianos han decidido renunciar a la electricidad, al uso de las canalizaciones de agua corriente y a la mayor parte de los últimos avances tecnológicos y se han acostumbrado a vivir, prácticamente, como trogloditas. Ni siquiera se lavan. Recientemente fueron descubiertas un par de comunidades cuyos habitantes se comunicaban entre sí por medio de extraños gruñidos en los cuales preponderaba el sonido de la letra eme. Y es una pena esta involución porque, desde siempre, al pueblo de M se lo tenía como ejemplo de aficionado a la literatura y a las artes, en general. Aún así, les encanta mirar las estrellas, y en las noches en las que el cielo está cuajado, salen al campo y hacen hogueras de papel celofán rojo y amarillo y se congregan alrededor de ellas mientras envidian aquel fulgor.

M es un país de contrastes dividido entre sus altas cumbres de hielos perpetuos y su oscuro y frondoso valle. En el norte de M las plazas son empinadas, los caminos trazan constantes subidas y bajadas y hay un sinfín de pendientes vertiginosas dificultando la circulación de carros y carretas. Hasta las viviendas son puntiagudas y las pirámides están de moda. En el sur, por el contrario, abundan las convergencias y no son raros de ver edificios que imitan la silueta inclinada de la célebre torre pisana. En las partes occidental y oriental del país predominan, como es lógico, las líneas verticales en todos los órdenes de la vida.

Si tienes pensado visitar M no olvides llevar linterna y pilas de repuesto aunque, particularmente, si tuviera que recomendar un lugar al cual ir de vacaciones, dejaría el plan para más adelante y me decantaría, en primera estancia, por J. No sólo por su reconocida belleza y el colorido de sus paisajes, auténticas postales impresionistas, sino también por la bonhomía de sus gentes y, sobre todo, por la alegría de sus famosos bailes regionales.


(Relato coescrito con Rosa Martínez para el proyecto 12.24 : 12 défis, 12 retos, 24 autores, 24 auteurs de Caroline Lepage)

martes, 24 de febrero de 2015

Biografía no autorizada (Paz Monserrat Revillo y David Vivancos Allepuz)

Para conocimiento de la Humanidad y por coherencia literaria, voy a poner las cosas en su sitio de una vez por todas. Y por defender mi honor, qué caramba. Punto por punto y cronológicamente, aunque ya debería saber todo el mundo que el Tiempo, así, en mayúscula, no existe. Diga lo que diga el primer libro.

Los despropósitos comenzaron con la narración del turbio asunto del jardín y la fruta supuestamente ofrecida por un reptil lenguaraz y sin patas a mi parejita original. Todo muy confuso y muy falso.

Que un arrogante armador aprovechara la temporada de lluvias torrenciales para sacar de los astilleros su barco estrella y ofrecer un crucero para mascotas promiscuas nada tiene que ver Conmigo.

¿Cómo voy a exigirle a nadie que suba a una montaña para sacrificar a su hijo antes de dar ejemplo haciéndolo Yo con el mío propio?

Reconozco que me divertí, ¡y de qué forma!, observando el lío originado en Babel, pero solo pude certificarlo como una consecuencia natural de que los arquitectos se empeñen, desde siempre, en construir edificios tan altos y se vean obligados a importar mano de obra de otros países, así como con el necesario nacimiento de dos nuevas profesiones: la de traductor y la de enlace sindical. Tampoco ha de responsabilizárseme a Mí de todo lo que pase.

Estoy harto de que se me relacione exclusivamente con paisajes bucólicos llenos de rebaños en tierra firme; de ballenas en el mar; y de querubines de sonrosados mofletes en el aire. No tengo palabras para esos ojos furibundos circunscritos dentro de triángulos equiláteros. ¿A qué mamarracho se le ocurriría semejante disparate?

En cuanto a la narración de la vida de mi chico, menudo muchacho, esos cuatro escritorzuelos no entendieron de la misa la mitad. Degradado a simple prestidigitador galileo por obra y gracia de los muy merluzos. ¡Si es que hasta lo de María Magdalena se les pasó por alto!

Desde aquí denuncio a esa pandilla de amanuenses ignorantes, profetas muertos de hambre y evangelistas hippies, caterva tendenciosa e incapaz de articular una biografía decente, quienes tergiversaron todos los hechos, confundiendo a media Humanidad y provocando y conflictos innecesarios con tal de hacerme la pelota. ¡Los escupiré de mi boca! ¡Cómo han osado escribir de ese modo sobre Mí, el Gran Hacedor, el Único y Supremo Narrador Omnisciente!

(Relato coescrito con Paz Monserrat Revillo para el proyecto 12.24 : 12 défis, 12 retos, 24 autores, 24 auteurs de Caroline Lepage)

jueves, 19 de febrero de 2015

Sotherby's

Nadie pujó por el 2 de mayo de 1989 del siguiente lote y el 14 de noviembre se lo llevó un franchute. Finalmente salió el 10 de diciembre, el día de mi primer juicio. Defendí entonces al Peque Soto, un canalla acusado de liquidar a su abuela una vez ésta le hubo abierto el candado de su joyerito de nácar. Conseguí la absolución de quien acabara confesándome su culpabilidad.

Alguien superó mi puja. Sorprendente. Confiaba en hacerme con mi día sin contratiempos, para poder revivirlo cuantas veces quisiera. ¿Quién sería el aguafiestas? ¿Un caprichoso que querría regalárselo por su cumpleaños? ¿El enviado de la inevitable multinacional nipona con instrucción de pujar? Había descartado tal posibilidad, un vertido tóxico había arruinado la costa de Kushiro precisamente el 10 de diciembre, declarado por ello de luto nacional en Japón. Me volví, presa de una creciente ansiedad. Había envejecido mal pero lo reconocí. El Peque sonrió.

miércoles, 11 de febrero de 2015

El otro Noé

Era mi diluvio, pero no mi barco. Había zarpado dejándome en tierra. Cuando lo daba todo por perdido, divisé en lontananza lo que parecía una nueva embarcación. La recibí con alegría. El capitán, un hombre anciano como el del arca primera, sólo que más bronceado, con un aspecto menos descuidado y dos aretes en las orejas, me invitó a subir. Ascendí por la rampa y me condujo hasta la bodega, donde se hacinaban diferentes parejas de animales. Leones, elefantes, osos polares. Nunca hasta entonces los había visto. Busqué en vano a mi camella. Allí no había camella, como tampoco había leona ni elefanta ni osa polar.

viernes, 23 de enero de 2015

Marcel

Contrariado por la respuesta del camarero, el joven Marcel pide que le traigan cualquier cosa con el té. En mala hora accedió a acompañar a su amigo René a este país de salvajes donde ni siquiera saben qué son las magdalenas, masculla al dejar el bastón en la silla. Mira con recelo cómo el camarero vuelve y deja sobre la mesa la infusión y un platito con un sobao. Observa desde la distancia el cuadrado de bizcocho mientras corrige la guía del bigote con una elegante caricia. Se decide finalmente: lo coge, le da un bocado con precaución y lo devuelve al plato. Descubre un brillo aceitoso en sus dedos y apenas consigue disimular la mueca de asco que le provoca. Mastica con desgana y, de repente, siente el gusto de la mantequilla y los huevos, el del azúcar y el licor, la leve acidez del limón rallado, sabores que se expanden por su paladar transportándolo a valles de complicada orografía cuya existencia ignora. Reconoce, apesadumbrado, que el sobao le está encantando.

Decide dejar la búsqueda del tiempo perdido para mejor ocasión y le hace una seña al camarero para que le traiga otro. Ahora con un orujo de hierbas.